Sede Canónica

Desde la fecha de su fundación en 1959, la Hermandad de la Yedra tiene fijada su sede canónica en la Iglesia de Santa Ana, antiguo Convento Franciscano de la Orden Tercera, situada al final de la calle Emilio Castelar (anterior calle Caballeros) y principio de la Plaza Giles y Rubio (antigua Plazuela de los Mesones).

Según los datos archivísticos existentes, inmediata a la Puerta del Puente, existía desde época incierta, una ermita dedicada a Santa Ana, de cuya conservación se encargaba en 1570 el Cabildo Municipal. El 29 de agosto de 1605, el Padre Guardián del Convento de San Francisco, solicitó al Consejo de la Ciudad autorización para que los Padres Terceros pudieran establecerse en la citada Ermita de Santa Ana, a cuyo efecto habían pactado con D. Rodrigo de Rojas, Patrono de dicha iglesia, otorgándose a reserva de la licencia del Ordinario.

Los Superiores de los Conventos de Santo Domingo, el Carmen, San Agustín, la Merced y la Victoria, se opusieron a esta nueva fundación pidiendo al Consejo de la Ciudad que denegara la licencia a los Padres de la Venerable Orden Tercera, fundándose en la prohibición establecida en la condición 48 del acuerdo y asiento de octubre de 1619 y en la Real Cédula que prohibía la fundación de nuevos Conventos y que el Cabildo no atendió a la licencia dada dieciocho años atrás.

En Cabildo de fecha 22 de enero de 1624 el Padre Procurador del Carmen presentó una petición que el Consejo de la Ciudad mandó «unir a los autos de este negocio» y acordó «se pasase a los Letrados», quienes acordaron remitir al asunto al Consejo Real.

Entretanto, los Religiosos acudieron al sistema de hechos consumados, ocupando cuatro de ellos la referida ermita el 21 de septiembre de 1625, denunciándose el hecho al Cabildo de fecha 22 de septiembre de 1625, en el que se acordó «designar una diputación para conocer de todo ello y a su vista proveer».

Agravada la situación por dicha ocupación y por la negativa del Consejo Real al propósito fundacional, el Cabildo de fecha 10 de octubre de 1625, revocó la autorización concedida para fundar y ocupar la citada ermita. Para llevar a efecto la desocupación, el Cabildo de fecha 14 de noviembre de 1625, mandó librar los maravedís gastados en cerrar las ventanas y el resto de las obras realizadas, a fin de clausurar el templo.

A pesar de todo ello, los Frailes de la Orden Tercera de San Francisco, se posesionaron definitivamente de la ermita en 1627, sin que se conozcan las razones exactas que les indujo a ello y, aunque, posteriormente, en el Cabildo de fecha 27 de enero de 1634, les fue denegada la petición de construir un campanario sobre la torre de la Puerta Real, siete años después, lograban permiso para edificarla sobre la muralla.

En el siglo XVIII, tras el terremoto de Lisboa, se ejecutaron las obras que le otorgan su actual fisonomía neoclásica. El Templo consta de una sola nave, con bóveda de crucero rematada por media naranja y capillas laterales muy pobres (como caracteriza a la Orden Franciscana).

El Altar Mayor, tiene un sencillo retablo con columnas, en el que se veneran las imágenes de la Santa Titular y de su esposo San Joaquín (padres de la Santísima Virgen María), así como las imágenes de Santo Domingo y San Francisco. Este retablo fue fundado por los Caballeros de Rojas, de ilustre familia Ecijana.

En el crucero existen dos altares, en los que se veneran, en el izquierdo la imagen del Stmo. Cristo de la Yedra y en el derecho las imágenes de Ntra. Sra. de la Caridad, El Sagrado Corazón de Jesús y San Pedro Apóstol. Ambos altares fueron costeados por las Señoras Doña María Ponce de León y Doña María de Góngora.

También el crucero, sobre peana, se venera una imagen de San Juan Evangelista.

Las capillas laterales, sobre las que se prolonga la tribuna del coro, están ocupadas por hornacinas en las que se veneran las imágenes del Padre Eterno, Ntra. Sra. de los Dolores, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús, San Ildefonso de Toledo, Ntra. Sra. de las Peñuelas, San Antonio de Padua, Santa Escolástica, y un cuadro de Ntra. Sra. de Montserrat donado en 1780 por un catalán alquilador de coches llamado Juan Alabert y Planas, en acción de gracias por haber sanado de una gravísima enfermedad que le aconteció en esta Ciudad a su paso camino de Cádiz.

Posee dos puertas de entrada, carentes ambas de portada, sin embargo sobre la principal, existe una hornacina, hoy vacía. La puerta principal poseía años atrás un magnífico cancel tallado a las dos caras, el cual se encuentra actualmente en la parroquia de San Gil.

En cuanto a la torre, la primitiva fue construida en 1641 sobre un torreón de la muralla que formaba parte de la Puerta del Puente. Tras el terremoto de 1755 se levantó una nueva, la cual y siguiendo el espíritu de humildad Franciscana, es entre todas las ecijanas, la de menor cota de altura, contando con un solo cuerpo de cuatro arcos.

A lo largo de los años, el templo se ha encontrado varias veces en estado ruinoso, por lo que han sido diversas las restauraciones ejecutadas sobre el mismo, siendo la primera de la que se tiene constancia en 1925, a iniciativa del Reverendo Señor Don Rafael Etchamendi y Don Leopoldo Rodríguez de Torres, y otra posterior también de gran importancia en 1945.

A partir de 1959, coincidiendo con su fundación y siendo Director Espiritual Don Joaquín Begines Moguer, la Hermandad se hace cargo del templo, siendo necesario realizar nuevamente algunas reformas. No obstante, con el transcurso de los años, y debido al lamentable estado estructural, la iglesia alcanzó un grave estado de deterioro, incluso con peligro de desprendimiento, sobre todo de la media naranja que remata el crucero, por lo que la Hermandad, en 1984, se vio en la necesidad de trasladar las Sagradas Imágenes del Santísimo Cristo de la Yedra y Ntra. Sra. de la Caridad a la Iglesia Parroquial de Santa María Nuestra Señora, en cuyo templo, y gracias a su Párroco Don Esteban Santos Peña, les fue cedida una capilla para que ambas imágenes pudieran estar expuestas al culto.

Mientras tanto, la Hermandad, no dejó de realizar gestiones tendentes a que el Ministerio de Cultura diera vía libre a la petición cursada por la Hermandad, varios años antes, para la completa y adecuada restauración de la Iglesia de Santa Ana. Gracias a estas gestiones, en el mismo año 1984, comenzaron las obras de restauración.

En 1990 las obras quedan paralizadas por falta de presupuesto, retomándose al año siguiente en 1991, siendo Hermano Mayor Don José García Priego, con fondos propios de la Hermandad y con la inestimable ayuda del Sr. Cura Párroco Don Manuel Blanco Jiménez, sufragando entre otros, la restauración del Altar Mayor, el acondicionamiento de los dos altares existentes en el crucero, en los cuales se veneraban por aquella fecha las imágenes de San Joaquín y Ntra. Sra. de la Caridad, así como la adquisición de las dos nuevas campanas de la torre.

Las obras se culminaron en su totalidad a principios de 1992, realizándose el traslado definitivo de los Titulares de la Hermandad desde la Parroquia de Santa María Nuestra Señora, el 13 de abril del mismo año, coincidiendo con la Estación de Penitencia.

El domingo 3 de mayo de 1992, se procedió a la bendición de la Iglesia de Santa Ana, quedando definitivamente abierta al Culto, en una solemne ceremonia oficiada por el Ilmo. y Rvdmo. Sr. Don Carlos Amigo Vallejo, Arzobispo de Sevilla, quien al término de la misma descubrió una placa de mármol conmemorativa de tan importante acontecimiento.

Como uno de los hechos más relevantes acontecido en este templo, se encuentra documentada, tanto por la propia Santa, como por los escritos de Sor María de San José, su acompañante, la visita que Santa Teresa de Jesús realizó a la antigua Ermita de Santa Ana el 24 de mayo de 1575, en una breve estancia en la que, sin embargo, las mismas protagonistas refieren como los únicos momentos de paz y reposo, en el accidentado y caluroso viaje que la santa abulense, tuvo que realizar desde Beas de Segura hasta Sevilla.

Este hecho, lo conmemora una placa de mármol, colocada en la fachada principal del templo el 15 de octubre de 1953.


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